Los datos de inflación de Suecia en noviembre mostraron una imagen compleja, con el IPC cayendo al 0,3 por ciento mientras que la medida clave del banco central, el KPIF, disminuyó al 2,3 por ciento desde el 3,1 por ciento.Los menores costes de intereses, los paquetes vacacionales más baratos y el alojamiento contribuyeron a esta desaceleración, aunque los costes cotidianos, particularmente para la electricidad, el combustible y los alimentos, siguen siendo significativamente más altos que hace cinco años.Los economistas
Susanne Spector y
Jens Magnusson, junto con
Frida Stark de
Statistics Sweden, confirman la tendencia a la baja, pero señalan que productos como la leche y el queso siguen siendo un 43 por ciento más caros que en 2020.